20. Intenta tratar a los demás como te gustaría que te trataran a Ti

20. INTENTA TRATAR A LOS DEMÁS COMO TE GUSTARÍA QUE TE TRATARAN

Esta es una versión positiva de “La Regla de Oro”.

No te sorprendas si alguien parece resentirse cuando le dicen que “sea bueno”. Pero es posible que el resentimiento no venga de la idea de “ser bueno”: tal vez brota del hecho de que la persona tiene un malentendido de lo que eso significa.

Podríamos meternos en gran cantidad de opiniones y confusiones conflictivas sobre lo que podría ser “buena conducta”. Tal vez alguien nunca haya entendido por qué se le dio cierta calificación en “conducta” (incluso cuando el maestro sí lo haya entendido). Es posible que incluso se le haya dado información falsa al respecto o que él la haya asumido: “A los niños se les debe ver pero no escuchar”, “ser bueno es estar inactivo”.

Sin embargo, existe una forma de aclarar todo a nuestra completa satisfacción.

En todas las épocas y en la mayoría de los lugares, la Humanidad ha respetado y reverenciado ciertos valores llamados virtudes. Se han atribuido a los sabios, a los hombres que viven con pureza y bondad, a los santos y a los dioses. Han marcado la diferencia entre una persona bárbara y una persona culta; han marcado la diferencia entre el caos y una sociedad decente.

No se necesita en absoluto un mandato del cielo ni la búsqueda tediosa en los gruesos tomos de los filósofos para descubrir lo que es “bueno”. Puede ocurrir una revelación personal en este tema.

Casi cualquier persona podrá encontrar la respuesta.

Si pensáramos cómo nos gustaría que otros nos trataran, descubriríamos las virtudes humanas. Sólo busca la manera en que te gustaría que otros te trataran.

Es posible que, ante todo, quieras que te traten con justicia: no te gustaría que los demás mintieran sobre ti ni que te condenaran con falsedad o dureza. ¿De acuerdo?

Querrías que tus amigos y compañeros fueran leales: no te gustaría que te traicionaran.

Querrías que te trataran a la manera de un buen deportista, que no te embaucaran ni te hicieran trampa.

Querrías que las personas fueran justas al tratar contigo. Querrías que fueran honestas contigo y que no te engañaran. ¿Correcto?

Tal vez quieras que se te trate con bondad y no con crueldad.

Es posible que quieras que las personas tomen en consideración tus derechos y sentimientos.

Cuando te sintieras deprimido, tal vez te gustaría que otros te compadecieran.

Tal vez desearías que otros mostraran control de sí mismos en lugar de que te atacaran. ¿Cierto?

Si tuvieras algún defecto o imperfección, si cometieras un error, es probable que quisieras que los demás fueran tolerantes, no críticos.

Tal vez prefieras que las personas sean capaces de perdonar, en lugar de concentrarse en la censura y el castigo. ¿Correcto?

Tal vez querrías que las personas
fueran benévolas contigo, no malas ni mezquinas.

Es posible que desees que otros crean en ti, que no duden de ti siempre.

Es probable que prefieras que se te respete, y no que se te insulte.

Es posible que quieras que otros sean amables contigo y que también te traten con dignidad. ¿Verdad?

Tal vez quieras que la gente te admire.

Cuando has hecho algo por ellas, es posible que quieras que las personas te aprecien. ¿Correcto?

Es probable que quieras que sean amigables contigo.

De algunos podrías querer amor.

Y sobre todo, no querrías que estas personas sólo aparentaran estos sentimientos, querrías que sus actitudes fueran completamente reales y que actuaran con integridad.

Tal vez podrías pensar en otras virtudes. Y están los preceptos que contiene este libro. Pero sobre todo habrás encontrado un compendio de lo que llamamos las virtudes.

No se requiere de una gran imaginación para reconocer que si los demás nos trataran de este modo regularmente, nuestra vida estaría en un nivel placentero. Y es dudoso que alguien acumulara mucho rencor hacia quienes le trataran de esta manera.

Ahora bien, hay un fenómeno interesante en juego en las relaciones humanas. Cuando una persona le grita a otra, esta siente el impulso de responder gritando. Casi siempre se nos trata de manera muy parecida a como tratamos a los demás: de hecho, ponemos el ejemplo de cómo se nos debería tratar. A es malo con B, por lo tanto B es malo con A. A es amistoso con B, por lo tanto B es amistoso con A. Estoy seguro de que has visto esto en acción continuamente. Jorge odia a todas las mujeres, por consiguiente, las mujeres tienden a odiar a Jorge. Carlos es rudo con todos, así que los demás tienden a actuar con rudeza hacia él, y si no se atreven a hacerlo abiertamente, es posible que en privado abriguen un impulso de actuar con mucha rudeza hacia Carlos si alguna vez tuvieran la oportunidad.

En el mundo irreal de la ficción y las películas, se ven villanos corteses con pandillas muy eficientes y héroes solitarios que en realidad son unos patanes. La vida real no es así: por lo general, los verdaderos villanos son personas muy rudas, y sus secuaces lo son aún más; Napoleón y Hitler fueron traicionados a diestra y siniestra por su propia gente. Los verdaderos héroes son las personas más discretas al hablar que hayas conocido y son muy corteses con sus amigos.

Cuando tenemos la suerte de conocer y hablar con los hombres y mujeres que han llegado a la cima en sus profesiones, nos impresiona la observación que a menudo se hace de que son probablemente las personas más gentiles que jamás hayas conocido. Es una de las razones de que estén en la cima: casi todas ellas intentan tratar bien a los demás. Y quienes están cerca de ellas responden intentando tratarlas bien e incluso perdonando los pocos errores que puedan cometer.

Muy bien: podemos encontrar por nosotros mismos las virtudes humanas al reconocer cómo nos gustaría que se nos tratara. Y supongo que estarás de acuerdo en que basándonos en eso podríamos resolver cualquier confusión respecto a lo que es en realidad la “buena conducta”. Dista mucho de ser inactivo, de sentarse quieto con las manos en el regazo y no decir nada. “Ser bueno” puede ser una fuerza muy viva y poderosa.

Se encuentra muy poca alegría en la solemnidad melancólica y restringida. Cuando algunas personas de épocas pasadas dieron a entender que la práctica de la virtud exigía una vida severa y deprimente, parecían dar a entender que todo placer brotaba de la maldad: nada podía estar más lejos de los hechos. ¡La alegría y el placer no surgen de la inmoralidad! ¡Al contrario! La alegría y el placer surgen sólo en los corazones honestos: las personas inmorales llevan vidas muy trágicas, llenas de sufrimiento y de dolor. Las virtudes humanas nada tienen que ver con la melancolía. Son la cara brillante de la vida misma.

¿Qué crees que pasaría si intentáramos tratar a los que nos rodean con

justicia,
lealtad,
a la manera de un buen deportista,
con imparcialidad,
honestidad,
bondad,
consideración,
compasión,
control de uno mismo,
tolerancia,
perdón,
benevolencia,
fe,
respeto,
amabilidad,
dignidad,
admiración,
amistad,
amor,
¿y lo hiciéramos con integridad?

Tal vez se requiera tiempo, pero, ¿no crees que muchos otros empezarían a intentar tratarnos de la misma manera?

Incluso dando margen a errores ocasionales (la noticia que nos sorprende casi haciéndonos perder los estribos, el ladrón al que tenemos que golpear en la cabeza, el imbécil que conduce con lentitud en el carril de alta velocidad cuando se nos hace tarde para llegar al trabajo) debiera ser claro que nos elevaríamos a un nuevo plano en las relaciones humanas. Nuestro potencial de supervivencia aumentaría de forma considerable. Y seguramente, la vida sería más feliz.

Uno puede influir en la conducta de quienes le rodean. Si no es que ya lo está haciendo, se puede facilitar mucho más con sólo escoger una virtud al día y especializarnos en ella durante ese día. Al hacerlo así, al final las tendrá todas.

Además del beneficio personal, podríamos ayudar aunque sea un poco a empezar una nueva era en las relaciones humanas.

El guijarro que se arroja en un estanque, puede producir ondas que llegan hasta la orilla más lejana.

El camino a la felicidad
se hace mucho más brillante al
aplicar el precepto, “Intenta tratar
a los demás como te gustaría que
te trataran”.


  1. virtudes: las cualidades ideales en la buena conducta humana.
  2. fenómeno: hecho o evento observable.
  3. patán: persona de modales rudos, torpes y sin refinamiento.